“(…)
Así, llegada a la edad de 6 ó 7 años la niña mexica, su padre la llamaba y en presencia de la madre y de los dioses tutelares, le revelaba con palabras sencillas la antigua doctrina de sus mayores; rostros y corazones acerca del sentido de la experiencia humana y de cómo debía vivir una mujercita nahuatl:
Aquí estas mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana. La nacida de mí, tú eres mi sangre, mi color en ti está, mi imagen, ahora recibe: escuchas, vives, haz nacido, te ha enviado el señor nuestro del junto y del cerca…., ahora que ya miras por ti misma date cuenta, aquí es de este modo: no hay alegría, no hay felicidad, aquí en la tierra es lugar de mucho llanto… se dice que la tierra es lugar de alegría penosa, de alegría que punza, así andan diciendo los viejos para que no siempre andemos gimiendo, para que no siempre estemos llenos de tristeza.
El señor nuestro nos dio a los hombres la risa, el sueño, los alimentos, nuestra fuerza y nuestra robustez y finalmente el acto sexual por el que se hace siembra de gente…pero aunque fuera así, si saliera verdad que solo se sufre, si así son las cosas en la tierra. Acaso por esto se ha de andar siempre con miedo? Hay que estar siempre temiendo?…
Porque se vive en la tierra hay en ella señores, hay mando, hay nobleza, águilas y tigres, y ¿quién anda diciendo que siempre es así en la tierra? ¿Quién anda tratando de darse muerte? Hay afán, hay vida, hay lucha, hay trabajo, se busca mujer, se busca marido.
(…)”
Fragmento de
1 comentario:
(las "negritas" son mías)
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