lunes, 18 de abril de 2011

de análisis

Boca

La boca sirve para hablar,
para gemir, comer, reír.
Para besar o morder,
la boca ayuda a beber.

La boca puede silbar,
soplar barro: hacer Adán.
A respirar, a conocer,
la boca ayuda a ver.

Para decir verdades: boca.
Para poesía o mercado,
para decir tu nombre, y
el nombre de alguien amado.

Para hacer música: sopla
un instrumento con la boca.
Para espantar oscuridad o silencio
sos dueño de tu boca.

Maga loca, jardinera,
cigüeña, tejedora,
casa de la lengua,
panadera del aire: boca.

Luis Pescetti, febrero 2011

miércoles, 9 de febrero de 2011

escribir (empezar de nuevo)

Morelliana.

¿Por qué escribo esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma, entonces entra en juego el ritmo y yo escribo dentro de ese ritmo, escribo por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace la prosa, literaria u otra. Hay primero una situación confusa, que sólo puede definirse en la palabra; de esa penumbra parto, y si lo que quiero decir (si lo que quiere decirse) tiene suficiente fuerza, inmediatamente se inicia el swing, un balanceo rítmico que me saca a la superficie, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa y el que la padece en una tercera instancia clara y como fatal: la frase, el párrafo, la página, el capítulo, el libro. Ese balanceo, ese swing en el que se va informando la materia confusa, es para mí la única certidumbre de su necesidad, porque apenas cesa comprendo que no tengo ya nada que decir. Y también es la única recompensa de mi trabajo: sentir que lo que he escrito es como un lomo de gato bajo la caricia, con chispas y un arquearse cadencioso. Así por la escritura bajo al volcán, me acerco a las Madres, me conecto con el Centro -sea lo que sea. Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrerlo, inventar una purificación purificándose; tarea de pobre shamán blanco con calzoncillos de nylon.

Rayuela Capítulo 82

Julio Cortázar