viernes, 30 de enero de 2009

Re-corte

Se me ocurrió esta vez como llueve (está buena la lluvia), saludarte, despedirme.


La lluvia hace esas cosas, descarga, lava, despide y saluda;

alivia.

Sí, me gusta la lluvia.

Por eso,

esta vez,

con lluvia,

des-ando algunos caminos,

des-hago algunos equívocos,

me des(a)nudo,

por primera (y última) vez.


Siempre pensé que tendría que haber guardado todas las palabras, pero no estaba permitido.

(¿Acaso lo estaba guardar las imágenes?)

¿Qué era "lo importante"?

¿Qué hubo de realidad? ¿Y de real?

¿Qué hubo de cierto?


Si hubiera sabido, me guardaba las miradas y los perfumes.

Un día, pregunté en tono de queja, con cansancio, y en un nudo:

“¿¿Qué??".

“Dame la mano”.

Y tendí mi mano, la izquierda (qué oportuno).

(Menos mal que no quisiste también la otra.)


Palabras – Letras – Músicas compartidas.

Otro día, por teléfono, y desde lejos:

“Escuchá…". Era mi tema favorito...


Después, enfrente, estaba vacío.


Muy complicado.


Sin-sentidos.


Con/sentimiento.


“No sé por qué te conté esto al final.”,

“No importa, me lo contaste.” dije.


Así es que me despido. Otra vez. En un día de lluvia. Con algo de nostalgia.


Me gustan los días de lluvia.

De descarga.

De corte.


“Hasta la próxima(¿?)

Cuidate."


lunes, 26 de enero de 2009

ebullición

Me cansé.

De mí principalmente.

Me cansé también de la queja constante y de pedir permisos ("por favor, perdón, gracias").

Me cansé de des-enojarme sola.

Me cansé mucho de sentir únicamente bronca. Ganas de golpear una y otra vez la sartén contra la mesada porque estoy enojada.

Sí, estoy enojada.

No suele ocurrir, pero cuando ocurre tengo ganas de romper algo o de golpearlo hasta el cansancio, y de gritar al ritmo del golpeteo.

Los dientes están apretados. El cuello y los hombros son una roca y duelen, porque tengo ganas de decir un par de cosas, un par de cosas hirientes.

El problema es que no las puedo decir a quien las merece. No pregunten por qué, simplemente no es posible. Es muy complicado.

Es inconveniente guardar la bronca porque con el afán de tratar de contenerla, rebalsa y brota en circunstancias inoportunas.

En realidad eso no sería lo peor, sino que lo más terrible es que el enojo queda desdibujado por una inoportuna manifestación de bronca.

Como cuando se hace una marcha por los derechos estudiantiles y de golpe aparecen los reclamos por la libertad de Irak, para que se vaya Bush y por el bloqueo a Cuba. Todas causas nobles pero adulteradas por salir en ese tiempo y lugar inadecuados.

De todas maneras, la situación podría ser peor aún, esto ocurre si al arrebato de furia lo sucede una invasión Culpógena.

Chau, toda sensación, empuje, lo que sea, se desvanece en un instante.

En ese preciso instante donde podría haber aprovechado mi bronca para que no quede impune, por una vez.

Sigo cansada.

Y sí, sigo enojada.

Igual ya sé por qué. Eso no lo hace más fácil pero por lo menos detiene la ola.

Porque si esta ola rompe así como está, no sólo que arrasa con el que se le entrometa, sino que lo lastima y no se vuelve atrás.

lunes, 19 de enero de 2009

jueves, 15 de enero de 2009

Mares

Cada tanto la ola viene muy alta, violenta, y arrasa.

Deja desnudos a los que se bañan, los tira inesperadamente contra la orilla, los lastima y quedan casi sin aire. Embiste contra las rocas, las agrieta, se lleva consigo la arena y levanta las algas. El mar se revuelve, con furia ruge, atormenta.

Después de revolverse, las aguas se tornan más densas, cambian de color, se mezclan con el fondo, y con la arena y los caracoles se pierden. Hasta que bajan.

Mar calmo.

La arena y los caracoles decantan, la espuma se vuelve blanca, tan blanca como las nubes que des-cubren el cielo, ése cielo que se refleja en esas aguas, transparentes, cristalinas. No hay sol sino estrellas y una luna que ilumina el mar manso, que susurra al viento.

lunes, 5 de enero de 2009

Vértigo

Si decidís,
te armás un camino,
si elegís,
te hacés cargo,
si encontrás el "tono",
hacés música,
y si te topás con el "ritmo",
descubrís una poesía.

Si decidís por un sendero,
temés perder(te) el camino,
pero si elegís el camino,
no los tenés en cuenta
hasta que llegás a la meta.

Si elegís sentarte en la vereda,
ves a los que pasan,
algunos se quedan,
otros se apartan.

Si elegís destaparte los ojos,
te sorprendés porque mirás,
y si te asustás
es porque te encontrás.

Ahora, si en vez de mirar
te encerrás,
si en vez de darte a ver
te ocultás,
si en vez de mostrarte comosos
te disfrazás,
acordate del "tono"
y volvé a "tocar".
Recuperá el "ritmo"
y elegí escribir,
antes que actuar.