martes, 9 de junio de 2009

Encrucijada

Cada tanto volvemos a pasar por los mismos lugares, por las mismas trabas y las mismas preguntas.
Sin embargo, las circunstancias son distintas, y cada vez, por más que sean las mismas preguntas y las mismas trabas, es distinta que la vez anterior.
Es otro pasaje.
Otra repetición que hace diferencia.
Es curioso porque en esos momentos nos acordamos de las cuentas pendientes, de las historias inconclusas y de las personas que no están, y como dando un paso en falso volvemos a buscar precisamente ahí las respuestas a nuestras preguntas y las razones de nuestras trabas, como si olvidáramos que persisten justamente porque no fueron respondidas, porque no importan las razones, ni los pendientes, ni las personas.
En esos momentos, nuestros puntos ciegos se hacen visibles, se nos presentan frente a frente, como un rayo de luz brillante y no podemos taparnos los ojos.
Ya no podemos escabullir la mirada.
Ya no podemos hacer oídos sordos a lo que resuena.
Ése es el momento para soportar las preguntas, para animarnos a escuchar las preguntas, nuestras preguntas, ésas que contienen las respuestas-que-no-se-saben.
Soportar la oscuridad de la luz brillante,
sin quedar enceguecidos.
Vaya paradoja.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojalá se encienda la bombilla.