De nuevo las olas arrecian
y el mar cruje,
estalla.
Golpes de agua avivada sobre las piedras,
latigazos de espuma ocre sobre el acantilado.
Madrugada de tormenta,
de rayos y truenos que estremecen
y resuenan
en una oscuridad eterna.
Sonidos de relámpagos ensordecedores
y de vientos violentos
en medio de un silencio mudo.
Retumban.
De golpe, en el horizonte imperceptible,
un rayo de luz anaranjado;
amanece.
Entre luces tenues,
la calidez calma el temporal
y el sol devora el mar agitado
que descansa
después de tanto tronar.
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