El sentido de las palabras. El sentido de las palabras para cada uno. Los sin-sentido.
Los desencuentros. Los desencuentros de las palabras (porque las palabras también pueden desencontrarse).
Los sentidos que se entrecruzan, aquellos encontrados,
y aquellos desencontrados.
Ser-es.
Seres significantes, significados y significativos.
(Hay seres insignificantes y también seres insignificados.)
Seres que se encuentran.
Algunos se encuentran sin razón, otros por la razón de las palabras.
Al principio, las palabras se chocan, se desencuentran, hasta que se empiezan a escribir (con)sentidos consensuados. Cuando los sentidos empiezan a encontrarse, las palabras se amplifican, se disparan con fuerza.
Se arman espacios de encuentro,
donde se descubren los seres, las palabras y los sentidos.
A veces vuelven a chocarse y desencontrarse, pero queda el espacio, ese que armamos.
El espacio en que nos encontramos, hasta en el desencuentro.
“Un niño es una oportunidad, una oportunidad para reiniciar una historia ex-céntrica.”
¿Cómo ser “un niño”?
"Hacerse niño" implica descentrarse. Descentrarse del mundo adult(er)o, del mundo donde más que grandes hay viejos, donde no hay más que la responsabilidad por los otros, donde no hay ficción posible, solo la cruda realidad. Ese lugar donde no se juega, donde no se puede escuchar ni meterse, porque son “cosas de grandes”, porque los chicos (afortunadamente) no tienen lugar.
¿Cómo empezar a jugar?
Empezar a jugar solo es posible si nos dejamos ir como adult(er)os para ir siendo chicos, cada vez más chiquitos. Jugar es estar, es estar con el cuerpo, tirarse al piso, armar historias, actuar, dibujar, mancharse, gritar, reír, soñar. Nada de esto es “cosa de grandes”: no se ensucian, no dibujan, ni cuentan historias, menos que menos ríen o sueñan, y si lo hacen mejor callarlo. No tienen tiempo para jugar, están ocupados en cosas “importantes”, están “muy complicados”, no pueden hablar ni aflojarse. Los mayores pecan de omnipotencia, se creen superpoderosos, infalibles, inmunes, pero sobre todo son soberbios. Soberbios en creerse imperturbables, en sostener que son sus problemas los más graves y por eso tienen esa cara de culo adherida. Los chicos no tienen más que “caprichos”, “berrinches” o “nanas”, son “maleducados”.
“No dramatices, por favor” solicita con fastidio un viejo a una niña, y se pierde de escuchar lo que la pequeña dice. ¿Qué dice la niña? Nunca lo sabrá porque tiene “oídos de viejo”, esos que no escuchan lo esencial. Entonces, si “lo esencial es invisible a los ojos” y los viejos no lo escuchan, se quedan con que los chicos dicen “pavadas”, “sonseras”.
“Más sonso serás vos, viejo choto.”, murmura una chiquita conteniendo el sollozo. “Tarado, estúpido.”, redunda ella luego de reiterados llamados. Ay, pobres viejos chotos que se pierden de lo que esta chiquitita puede decirles. Pobres adult(er)os que centrados en sus “problemas importantes” no prestan atención a lo esencial de la vida, que no ven la luz porque cierran los ojos y no escuchan las músicas porque sus oídos solo son sensibles a los problemas.
Dichosos sean los niños que a pesar de no ser escuchados por esos viejos estúpidos, resisten a los embates del mundo adult(er)o y no pierden su inocencia.
Olvidate. Olvidate de todo. Olvidate de todo eso. Olvidate de todo eso que hacías. Olvidate de todo eso que hacías y que lo hacía especial. Olvidate de todo eso que hacías, y que lo hacía especial, porque ya no lo es más.
Olvidate del día y de la noche. Olvidate de la mañana y de la tarde. Acordate de todo lo otro. Acordate de todo lo otro que pasaba. Acordate de todo lo otro que pasaba mientras hacías eso. Acordate de lo im-posible de olvidar. Acordate de lo im-posible de olvidar re-negado.
De re-negación. De re-negación constante. De re-negación constante pero insistente.
Sostente. Sostente en la ambivalencia. Sostente en la ambivalencia que conmueve. Sostente en la ambivalencia que conmueve los cuerpos. Sostente en la ambivalencia que conmueve los cuerpos y los sus-pende.
Sostente en la ambivalencia que conmueve los cuerpos y los sus-pende en el vacío. Los sus-pende en el vacío de una hoja. De una hoja en blanco pero d-espejada. D-espejada de eso. D-espejada de eso que hacías cuando hacías.
Despellejada. Encarneviva.
Letra en-carnada. Letra en-carnada en la piel. Letra en-carnada en la piel des-nuda. Letra en-carnada en la piel des-nuda des-marcada.
Des-armada.
Des-armada para re-marcarse. Des-armada para re-marcarse en el cuerpo. Des-armada para re-en-marcar un cuerpo. Un cuerpo a-nudado. Un cuerpo a-nudado de eso. Un cuerpo a-nudado de eso que hacías cuando hacías.
Un cuerpo re-encarnado por fin, des-armado de eso que hacías cuando hacías.