viernes, 4 de septiembre de 2009

in-diferente

A veces me olvido cómo se escribe, para qué y en qué momentos.
También me olvido de lo que se siente escribir,
se vuelve ajena esa sensación, como si no la hubiera conocido nunca. (Todavía me pregunto si la conocí alguna vez...)
Por eso es que cada vuelta al teclado (o al papel y la birome) me cuesta como si fuera la primera.
Tengo que (re)conocer las l-e-t-r-a-s, los e s p a c i o s y los colores de nuevo;
sentir las yemas de los dedos apoyarse suavemente y perderle el miedo a la hoja-en-blanco.
Vuelvo a sentir en al panza algo distinto: una chispa que se mueve como subibaja una tarde de domingo en la plaza.
Elijo las palabras y los matices otra vez y recuerdo lo fácil que se me hacía antes, cuando escribía más seguido, cuando sentía tan fuerte que casi no podía esperar para sentarme frente al monitor.
Desconecto los sentidos de lo inmediato lentamente (no sin dificultades) y los conecto entre sí
y con el cuerpo,
de nuevo,
por otra primera vez.

Así es que se van asomando las preguntas:
¿Cómo se hace para volver a sentir?
¿Cómo dar vuelta la hoja terminada?
¿Cómo empezar otra vez para que esta sí sea distinta?

Como siempre, al final, hago algún intento de respuesta (provisoria, claro):

Empiezo así: empezando, otra vez.


1 comentario:

Mar dijo...

"...Hacer de la interrupción un camino nuevo.
Hacer de la caída un paso de danza.
Del miedo, una escalera.
Hacer del sueño un puente.
De la búsqueda, un encuentro."